Yo no quiero que sufras, así que olvídate de mí, bloquéame de todo. No voy a contar contigo para nada más. Que estás ahí? Cómo? Esto consiste en dejarme, y estar estarás en la medida en la que no te moleste demasiado. Mandando algún mensaje, respondiendo a un correo. No quiero nada de esto. Prefiero desaparecer de tu vida en todo. Sé todo lo que me dices. Pero me parece todo incomprensible, una locura, que te hayas lanzado a enamorarte de otra persona. Que me pusieras películas que ella te recomendaba, que supieras, en el fondo, que me querías dejar y no me lo dijeras. Que lo tuviera que leer en tus actos, en ti, como siempre. Estoy harta de tener que vivir con los velos que se ponen los demás para cubrir sus acciones y sentimientos de delicadeza, y que tú, por ejemplo, no tengas ningún problema en hablarme sin ninguna consideración. Que me hables, como siempre has hecho con estas cosas conmigo, de ella, que tienes que estar solo para poder estar con ella, cambiar para estar con ella. Cómo no, lo más importante es que tú estés con ella. Y que me lo cuentes. Que la vida era eso, que estés con ella, y quién soy yo para interponerme entre tú y tu vida. Y ahora me tengo que sentir culpable por estar atormentándote. Es a lo que estoy acostumbrada, a preocuparme más por tus sentimientos que por los míos. Que me trates otra vez como si fuera una amiga con la que te hubieras equivocado. Y luego me hables de violencia. Y dureza. Que ahora parezca imposible que fueras feliz conmigo cerca, que cambiaras conmigo cerca, que estuvieras solo si lo necesitabas y si hubieras querido, con todo el espacio que te dejé, para meditar, que hubieras encontrado el amor, por fin, conmigo. Siempre reconstruyendo a partir de las decisiones que se toman. Has tomado una decisión? No la expliques más, por favor. Que para la felicidad no hay fórmula. No necesito, no merezco, escuchar más lo infeliz que eras conmigo. Que la felicidad es el abandono de la infelicidad? A que no te gusta que decante tu felicidad actual o posible así? Pues entonces, no voy a tolerar más que nadie, ni tú, me recuerde lo infeliz que eras conmigo. Y lo ventajoso que va a ser para el mundo que me hayas dejado, porque ya no éramos una pareja. Porque ahora podremos ser amigs, que es lo que has decidido tú que quieres, que es, incluso, lo que siempre has querido. Cada una en su lugar. Todo claro y separado.
Sé que sufriste, y tengo que vivir con ello. Como también vivo con lo que me hiciste tú sufrir a mí. Y como también vivo con lo felices y esperanzadxs que fuimos junts. Y como tú decías, quitándote con un gesto seco de la mano los dolores del hombro, te cito: nadie ha muerto, y la gente trata de seguir con su vida. Así que seré yo la única que sufra, y que parece que insiste, además. Estoy amargada, y por lo tanto, sola, que es como mejor puedo estar. Pero quién va a recordar todo esto? Yo prefiero morirme a abandonar nuestra vida como si fuera una cosa usada. Y tú quieres abandonarla, necesitas construir otra vida con otra mujer. Y siento venir a decirte que no puedo apoyarte, ni comprenderte, si cambiar de vida rima con cambiar de mujer. Si no es que no te quiero, porque quería tu infelicidad. Tengo que apoyarte en todo, lo que importa es tu felicidad. Claro que tu felicidad importa, tienes derecho a ser feliz, y ya estás en ello. No me pidas que yo te comprenda ahora. Que quererte signifique esto. Qué derecho es ese?
Confío en que podrías cambiar solo, pero parece que esa no era la cuestión. Ya verás tú cuál es tu cuestión. O no. Yo no lo sé. Seguro que te irá bien, mucha gente te apoyará, yo ahora me estoy comenzando a parecer a una bruja, y el mundo suele organizarse en torno de las esperanzas renovadas, los amores nuevos, las segundas oportunidades. En torno del olvido. Así que me la guardo yo, nuestra vida, ahora con amargura. Espero que algún día con otro sentimiento, esa es mi esperanza. Pero no tengo ninguna intención de abandonarla. O buscarme otro amor. Aunque me vuelva loca. Soy demasiado mayor, me he dado cuenta con esto, en cierto modo te lo debo, para olvidar mi vida. O para hacer como si esto fuera razonable, algo que se me pasará, con el tiempo. No tengo ni idea de lo que me pasará con el tiempo, la verdad. Y qué te pasará a ti? Supongo que estarás bien. Porque esto es lo que has querido, de repente, no estar siempre conmigo, como hasta hace poco nos prometíamos, y pase lo que pase, has actuado según tu voluntad. Y eres una persona con talento y confianza, estarás bien. Has querido querer a otra persona. Y lo has conseguido de momento. Estarás bien. Te casarás, con ella, o con otra mujer, igual hasta tendrás hijos. Todo eso ya no me concierne. Pero no, no, no, no voy a hacer una vez más como si quererte fuera seguirte en todo. “Todo el mundo sigue a alguien”. Yo a ti. Nunca más. Qué locura. Prefiero casi comenzar a hablar en alguna lengua que no conozcamos, para ya no seguirte en nada de esto si significa abandonar, para no actuar como si esto fuera una cuestión de razón. Ahora mismo no sé lo que significa quererte, querer que estés bien? Claro que quiero que estés bien. Y eso significa que no aparezca con mi tormento? Pues no lo sé, de eso te tienes que ocupar tú. Tú tendrás que ver cómo separas nuestras vidas. Yo ya no me ocupo de eso. Ahora seré egoísta por defecto, por consecuencia. Ya no pretendo tener razón. Eso también lo he aprendido estos dos meses. Y los sentimientos? Qué pasa con el amor de tantos años, simplemente se abandona, en un mes o dos? Se pasa de una persona a otra y se abandona? Quieres que te acompañe en eso? Lo único que puedo hacer yo ahora es estar amargada. Por haberme quedado por el camino de nuestra vida. Porque ya no te quería como tú querías, porque ninguno de los dos nos tomamos la molestia de comprender lo que ocurría, ser pacientes y cambiar. Nos acomodamos a una relación insatisfactoria, si uno de los dos salió pitando, hay que ser comprensiva. Ser comprensiva es eso. Comprender lo que ha pasado. No tratar de comprender cómo es posible que parezca soportable que haya pasado eso. Y no aquello que no ocurrió: que nos esforzáramos por comprendernos a nosotrs y si hacía falta, cambiar todos los gestos. Tocar sin esperar respuesta, mirar detenidamente al otro, y no sólo desear en asbtracto. Escuchar y no sólo querer ser escuchado. Hay que saber cuándo abandonar, dirán. Pues has abandonado, ya está. Para qué repetir, para qué repetir. Y el caso es que siempre me dices más o menos lo mismo. No te has cansado de repetirme tus razones. Ahora me hablas más amable, parece que recuerdas que me querías o que soy un ser humano. Pero he tenido que pasarme dos meses leyendo y escuchando a un desconocido que me trataba como si fuera menos que una persona. Tampoco se me ocurre ninguna alternativa. Alternativas no había, había huidas posibles, conformismos, o ponerse serias. Deja de contarnos nuestra vida, o de ampararte en razones por las que tenías que dejarme. No me puedes convencer de nada, es que no lo entiendes? Lo he intentado, dejarme convencer, para no estar enfadada contigo. Pero no dura. Porque no es verdad. Te convences tú? Nos has dejado, punto. Y me has dejado a mí en el momento más difícil de mi vida hasta ahora. Quieres hacerte adulto, ser responsable? Pues trata de vivir con ello. Como tengo que vivir yo con mis incomprensiones, mis cobardías y mis decepciones. Con eso y con la belleza y la delicadeza, que no las he olvidado, aquí están también conmigo, haciéndome llorar. Eso es la vida también, probablemente. Salta también en tu espíritu. Que ahora todo es duro para ti. Y otra vez que si estás solo. Soledad soledad soledad. Supongo que debo entender que todavía me sigues viendo como alguien que simplemente te protegía. Alguna vez has sentido que te quería? Que hemos sido casi la misma persona? Que había una oportunidad al separarnos después de eso, aunque fuera doloroso y trabajoso, de hacernos mayores -y jóvenes de otro modo- junts? Que las promesas son lo más real de esta vida, que han sido casi la mitad de nuestra vida? No quieres escuchar todo esto? No leas lo que escribo, no me des tus razones. Déjame hablando sola. Que es lo que llevo haciendo dos meses. Y mientras escribo, preocupada por si te estoy haciendo daño… Es imposible. No te preocupes por mí, simplemente seguiré viviendo. Me alegro de que estés contento, e incluso ilusionado. Que te sientas diferente. Pero no me hables más de soledad, ni de dificultades. Soledad intelectual ya tenías. Lo único que veo es que es posible que ahora te sientas algo más independiente en cosas prácticas y como frente al mundo, sintiéndote un poco más tú mismo. Y me niego a aceptar las insinuaciones de otras veces en las que caía que yo tenía la culpa. Cuando era precisamente algo que siempre me dolía, cómo te escondías detrás de mí a veces, de manera fantasiosa o real, y me dejabas sola. Y todo eso además son cosas buenas, rejuvenecen, no tienen nada de malo ni de traumático, sobre todo si una las desea. Y te estás preparando para vivir con otra mujer. Y tienes otros proyectos. Tu situación es, como siempre, inmejorable, llena, más que de dificultades, de facilidades, venga ya, tiene gracia que te lo recuerde yo. Vas a estar bien. Confía. Te dejo con un poeta, que ellos parece que lo han vivido todo, y nos lo dicen: es tan corto el amor, tan largo el olvido.